Mi formación y experiencia me permiten acercarme a las dificultades del otro con el mayor respeto, tacto y entrega, lo que posibilita que el proceso terapéutico sea una oportunidad para abrirse y entregarse al aprendizaje de nuevas formas de abordar los problemas.
En el trabajo diario puedo ofrecer una intervención sin juicios morales en la que me posiciono como un igual que orienta y acompaña, entendiendo a la persona como un todo que crece y se alimenta en la relación con el otro, trabajando no solo hacia la resolución del conflicto (crisis, patología, dificultad…) sino en favor del desarrollo del potencial individual, el autoconocimiento y la madurez personal.