El cerebro sexual

El cerebro sexual


Podemos afirmar tranquilamente que, más que en los órganos reproductores, es en el cerebro donde se decide el placer que advertimos y la ciencia ha demostrado hace mucho tiempo que ante un orgasmo real o uno fingido se “encienden” áreas del cerebro diferentes. Hombres y mujeres tendrían un “cerebro sexual” peculiar.

Masters & Johnson han dividido la respuesta sexual en 4 fases que van de la excitación al orgasmo, a los que se agrega una fase preliminar del deseo:

  • Deseo: juegos de miradas, los cuerpos se dicen que sí. El deseo es una sensación desencadenada por fantasías interiores o estímulos exteriores que representan el comienzo del torbellino de la relación sexual

  • Excitación: en esta fase aumentan la atracción y la sensibilidad hacia la pareja. El latido cardiaco acelera, los músculos se tensan, los pezones se ponen duros, aumenta el flujo de la sangre hacia los órganos genitales

  • Meseta: la fase posterior a la excitación suele ser más duradera. Aumenta aún más la tensión muscular, la vagina se dilata para favorecer la penetración y el pene puede alcanzar hasta los 13-16 centímetros. En ese momento, los centros del cerebro alcanzan su máxima actividad

  • Orgasmo: la contracción de los músculos se vuelva rítmica y en la mujer los movimientos favorecen el camino de los espermatozoos hacia el útero. La descarga del orgasmo (que suele ser más duradera en la mujer) dura alrededor de diez segundos

  • Resolución: después del orgasmo, el cuerpo vuelve gradualmente a un estado de no excitación. El periodo refractario es la fase necesaria antes de poder emprender otra relación sexual. La duración de este periodo varía según el sexo, la edad y los factores de tipo psicológico.

Los científicos, a través de una resonancia magnética funcional (fMRI), han verificado lo que pasa en nuestro cerebro a lo largo de una relación sexual.

En los hombres la excitación está relacionada sobre todo con un erotismo visual, debido a una mayor activación de la amígdala y del hipotálamo. En cambio, en las mujeres tiene un papel central el núcleo ventromedial del hipotálamo, donde obran las diferentes sustancias responsables para la receptividad sexual.

A lo largo de la fase de excitación, ser tocados en los genitales parece más importante para los hombres que para las mujeres. El hombre reacciona mayormente a la estimulación directa, mientras que la mujer tiene varias zonas erógenas.

En un orgasmo fingido se activarían zonas del cerebro relacionadas con movimientos voluntarios pero esto no pasa en un orgasmo real, donde los movimientos serían involuntarios y no controlados por esta área.

El placer erótico es algo íntimo y personal, lo que es válido para una persona, podría no serlo para otras.

Sin embargo, más alla de la diferencias fisiológicas y de la manera de pensar, todos concuerdan y afirman que, tanto en los hombres como en las mujeres, el cerebro representa la zona erógena por excelencia.

Es en el cerebro donde se cumple la seducción: si el cerebro se rehúsa a abandonarse, es posible que el cuerpo no responda de ninguna manera a los estímulos realizados en las zonas del cuerpo consideradas notoriamente más erógenas.