Una comunicación de pareja eficaz y respetuosa es un aliado fundamental para una relación fuerte, sana, estable y madura.
El primer axioma de la comunicación humana es que la comunicación es inevitable. No se puede no comunicar: se comunica con las palabras, con el tono de voz, con los silencios, con las acciones, con las miradas, con la mímica facial, con los gestos y con el cuerpo. Por comunicación se entiende todo aquello que tiene una influencia sobre la probabilidad de que se desencadene una cierta reacción en quien percibe el mensaje. Se trata de un proceso bidireccional y circular, que parte de un sujeto y llega a un interlocutor, para luego volver al sujeto.
El diálogo puede ser visto como un verdadero arte que conduce a una buena comunicación y, en consecuencia, armoniza la relación con uno mismo y con los demás. Si deseas mejorar la comunicación, puedes aprender unas estrategias funcionales y, al mismo tiempo, identificar los hábitos contraproducentes que a menudo se implementan como parte de un programa automático en el diálogo.
Las 9 características de una buena comunicación de pareja
Analicemos las técnicas que pueden ayudarte a optimizar el potencial de comunicación con tu pareja:
En primer lugar, para crear un canal de comprensión y respeto, es esencial dejar espacio para el silencio, con una comunicación reducida en términos de número de palabras, pero alta en calidad. Las palabras pueden ser pocas pero incisivas: expresa tus sentimientos y enriquece el diálogo con códigos no verbales, como gestos o miradas afectuosas, silencios evocadores y tono tranquilo. Toma descansos de silencio cada vez que sientas que una emoción está abrumando tu mente, y vuelve a dar forma verbal a tus sentimientos cuando hayas aclarado un poco lo que sientes. En particular, en caso de enojo, no hay que discutir insistentemente.
La escucha activa es una gran herramienta de comunicación. Saber escuchar sin interrumpir a la pareja, observar su lenguaje corporal y, mientras tanto, gestionar tu propia comunicación verbal y no verbal, son elementos clave. Una de las técnicas es la reformulación, que consiste en parafrasear el mensaje para entender si se ha recibido de manera adecuada, así como verificar que lo que se ha captado sea exactamente lo que la pareja quería comunicar; esto permite profundizar y conocerse mejor. Otras técnicas que refuerzan la escucha son el resumen, el énfasis de algunos conceptos o la verbalización del estado emocional del otro.
La comunicación representativa consiste en expresar en primera persona la propia experiencia, sin asignar la culpa a la pareja ni formular un juicio. De esta manera no se desencadenará una reacción de ataque-defensa y la comunicación continuará abriéndose cada vez más. Sencillamente, hay que evitar el “tú” y utilizar más bien el sujeto “yo”, o bien una frase genérica como “me siento apartado” o “no me gusta sentirme apartado” en lugar de “me has dejado de lado”. Es útil contextualizar el propio estado de ánimo, utilizando un índice referencial que delinee las condiciones que lo hacen surgir.
Sé empático/a, actuando como te gustaría que los demás lo hicieran con ti.
Asume una posición one-down, es decir, no intentes prevalecer sobre el otro y mostrarte superior. No señale las imperfecciones del otro y no lo ataques. Perdona los errores del otro.
Admite tus fallos. Reconocer que uno se ha equivocado no es tan fácil como disculparse. Al mismo tiempo, reconoce las cualidades y méritos de tu pareja y déjate ayudar en los aspectos en los que sabes que eres menos maduro/a. No uses la ironía para puntualizar los defectos del otro, más bien subraya sus puntos fuertes.
Si no entiendes lo que tu pareja quiere comunicarte, abre un canal de comunicación y pregúntale. No creas que tus interpretaciones son siempre correctas, porque no puedes estar seguro de saber leer los silencios de otra persona. Con la misma actitud, si sientes que algo no va bien, no te lo quedes adentro y dilo de inmediato. Lo mejor es aclarar la situación juntos, como miembros del mismo equipo, donde no hay perdedores ni ganadores. No te encierres a ti mismo, no te cierres a la comunicación.
En la forma de hablar, es mejor evocar emociones que explicarlas racionalmente, es mejor preguntar que afirmar para comparar equitativamente las visiones, y, finalmente, es mejor actuar con valentía que rumiar con inseguridad o discutir atrapados en una maraña de palabras vacías.
No subestimes la importancia del diálogo y recuerda siempre tu propósito: crear un canal donde los sentimientos y los pensamientos puedan fluir, con la intención y la motivación de construir algo bueno y armonizar las energías.
Las 6 formas de hacer que empeoran la comunicación de pareja
Veamos ahora los elementos que hacen que un diálogo fracase:
La anticipación, así como suponer lo que la pareja piensa o quiere, es uno de los errores más comunes en la comunicación.
El catastrofismo es un elemento que cierra bruscamente la comunicación. No esperes a tocar fondo, es mejor actuar antes de que las cosas se pongan realmente difíciles. Un “efecto secundario” que empeora el cuadro es el uso de la fuerza física, que refuerza los mensajes catastróficos.
El absolutismo y el extremismo, que tienen que ver con la incapacidad de aceptar puntos de vista distintos del propio, desembocan en la falta de autocontrol y en la dificultad de observar con calma la situación. A menudo implican la imposición de ciertas conductas o la manifestación de respuestas emocionales exageradas.
La selectividad y el etiquetado son visiones de túnel que hacen interpretar todos los aspectos de la pareja y las características de la pareja bajo una misma luz negativa. Así, se ve al otro siempre dentro de una única categoría y se considera que la propia relación no puede “escapar” de los estereotipos. Esta actitud es típica de aquellos que no pueden hacer frente a los conflictos.
El dogmatismo, la moralidad, la excesiva vaguedad son enemigos de la buena comunicación.
Reprochar, culpar, sermonear y juzgar a la pareja son las principales causas del fracaso de la comunicación.